Entre un postre y una torta, con pocos ingredientes, y super fácil de realizar. Para la fruta, las opciones son muchísimas, lo que lo hace muy versátil: desde la clásica manzana (mi preferida), pasando por los duraznos y la ciruela. En invierno con crema chantilly, en verano con helado de crema; como postre (sobre todo si tenés poco tiempo) o para acompañar un café. Siempre riquísimo ¡no hay excusas para no hacerlo!
Quizá el más famoso de los dulces anglosajones. Su curiosa historia se remonta a la segunda guerra mundial. En aquella época, como en casi toda guerra, los víveres no abundaban. Por esta razón, había que aprovechar muy bien lo que había en la despensa, racionando provisiones y cuidando las porciones. Así, los cocineros ingleses deciden “desmenuzar” (en inglés, “to crumble”) los ingredientes de una base dulce y distribuirlos sobre manzanas, dando origen a la versión tradicional del plato.
Con el tiempo, el “crumble” se conoce en Europa y por supuesto USA, y desde allí llega a nuestras tierras.
Hoy en día, además de la versión tradicional con manzana, el “crumble” se realiza con una gran variedad de frutas: duraznos, ciruelas, peras, frutillas, moras y hasta uva o coco. La base seca es siempre la misma: sólo tres ingredientes que basta mezclar, moviendo las manos, como desmenuzándolos.
Hoy te presento la versión con durazno, aprovechando que aquí estamos en verano. Y para los que nos leen en latitudes actualmente invernales, les sugiero las manzanas. Si te decidís por ellas, te aconsejo que una vez troceadas, las rocíes con un poco de jugo de limón, y después de acomodarlas en el molde las espolvorees con canela.
Con ciruelas se obtiene una versión “agridulce” exquisita, utilizando la fruta sin pelar.
En cualquier caso, lo ideal es servirlo tibio. Y para los más golosos, acompañarlo con una porción de helado de crema o crema chantilly, a gusto.
Ingredientes para 8 porciones (molde de 28 cm de diámetro aproximadamente, o rectangular similar)
50 gr de manteca bien fría
50 gr de azúcar rubia (o “di canna”)
100 gr de harina
5 duraznos grandes
Para el molde:
Azúcar rubia, cantidad necesaria
Manteca, cantidad necesaria
Para la guarnición (opcional):
Crema chantilly o helado de crema
Preparación
Para la base, colocar en un bowl el azúcar y la harina. Agregar la manteca bien fría y cortada en trocitos pequeños.
Integrar los tres ingredientes con una mano, moviéndola como queriendo “desmenuzar” la manteca. El objetivo es lograr algo parecido a “migas” de los tres ingredientes amalgamados.
Pelar los duraznos, descarozarlos, y trocearlos.
Enmantecar el molde. Agregar azúcar de a poco, moviendo el molde para que se distribuya bien, de modo que el mismo quede completamente revestido de los dos ingredientes (como cuando realizamos una torta y enmantecamos y enharinamos el molde: en este caso utilizamos azúcar en lugar de harina). Colocar la fruta, acomodándola de modo parejo.
Por último, con una mano y realizando el mismo movimiento que usamos para “desmenuzar” la manteca, ir distribuyendo la base sobre la fruta.
Llevar a horno a temperatura de 180° y cocinar 30 minutos aproximadamente (hasta que la superficie resulte dorada). Retirar y dejar entibiar.
Servir sólo o con una cucharada de la guarnición elegida.
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